Translate

viernes, 30 de mayo de 2014

El sacramento de la Penitencia

Los pecados contra la pureza son cometidos con frecuencia en secreto, especialmente entre los devotos católicos que no quieren que otros sepan acerca de sus luchas en esta área. Estos pecados son cometidos en la oscuridad. Por supuesto, la oscuridad y el secreto nunca pueden ocultar nuestros pecados a Dios: Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta (Heb 4,13). Los pecados de la carne todavía están, con frecuencia, ocultos a la vista de otras personas: Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas (Jn 3,20). Las “obras de las tinieblas” son hechas “en secreto”. Y el remedio para tales pecados, según san Pablo, es exponerlas a la Luz.

Entonces, ¿cómo exponemos nuestros pecados secretos en la Luz de nuestro Señor? Confesándolos, especialmente en el Sacramento de la Penitencia.

"Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1Jn 1,5-9).

El mero acto de decir a alguien más tus pecados, ayuda a romper el poder que tienen sobre ti. Quizá tu has hallado algún amigo en quien apoyarte diariamente mientras estás haciendo estas meditaciones, como se dijo en la Introducción. Un director espiritual o un consejero psicológico puede servir también para este propósito. Sin embargo el Sacramento de la Reconciliación también proporciona la absolución y gracias poderosas que vienen de Dios, que ayudan y fortalecen a tu alma contra el pecado. La Confesión, entonces, combina ambas cosas, la admisión del pecado secreto ante otra persona, y las gracias del Sacramento; es un “doble golpe” que debilita el poder del pecado y disminuye su influencia en nuestras vidas. San Francisco de Sales escribe:

Un gran remedio contra toda forma de tentación, grande o pequeña, es abrir el corazón y poner sus insinuaciones, gustos y aversiones a tu director; porque, como puedes observar, la primera condición que el Maligno hace en un alma, cuando quiere seducirla, es el silencio…

Empecemos entonces por romper el secreto y el silencio de nuestras vidas pecaminosas exponiendo nuestros pecados oscuros y tentaciones a la luz del Sacramento de la Penitencia. Aprovechemos lo que Jesús llamó el “Tribunal de la Misericordia” en sus apariciones a santa Faustina Kowalska. Su corazón misericordioso siempre está dispuesto a perdonarnos y limpiarnos con su preciosísima Sangre. Si nuestros pecados son como escarlata, Él nos dejará blancos como la nieve.

Pregunta... ¿Has experimentado la liberación en el sacramento de la Confesión?

jueves, 29 de mayo de 2014

Cuidado con los tigres

Nuestra sensualidad se porta como esos tigres del África que se hacen los dormidos junto al árbol donde están los monos. Estos se confían y se acercan sin temor a los felinos. Cuando menos se dan cuenta mueren destrozados en las garras de las fieras… Jamás te creas curado definitivamente de algún vicio o pecado. Puede ser que estés curado, pero curado temporalmente, no definitivamente. Y al primer descuido reaparece la lujuria con todo su fuerza tiránica. Por eso san Pablo recomendaba: "Obren por su santificación con temor y temblor" (Fil 2,12). Un autor antiguo aconsejaba que nos consideremos siempre "enfermos incurables del alma" y que jamás no ilusionemos que va a llegar en esta tierra una época en la que ya no haya peligros de cometer impurezas. Por eso hay que tenerse mucha paciencia a uno mismo y no creerse un ángel venido del cielo, sino considerarse un pobre ser humano con los pies en el barro del suelo y expuestos a caer a cada rato en faltas e imperfecciones.

Qué significa utilizar a alguien

Hemos heredado el pecado original que nos hace ser egoístas. Vivir el amor real en nuestras vidas se vuelve, muchas veces, una verdadera fatiga. En vez de buscar lo mejor para los demás, tendemos a buscar lo mejor para nosotros mismos, sin que nos importen las consecuencias para los demás. Amamos a los demás con "amor de pizza" (de esto ya habíamos hablado) cuando los volvemos "instrumentos" para satisfacer nuestros deseos y sin importar lo que a ellos les pueda suceder.

Nadie quiere ser amado con "amor de pizza". Queremos, en cambio, estar rodeados de personas que se preocupen por nosotros y que busquen lo mejor para nosotros, y que estén con nosotros cuando las cosas nos van mal. Duele, entonces, saber que alguien que parecía amarnos, en realidad nos está utilizando.

¿Cuándo usas a otras personas? Cuando sales con alguien, no para explorar la posibilidad de pasar la vida juntos, sino porque esa persona es atractiva físicamente y te hace sentir bien o te hace ser popular... Cuando te vuelves amigo de alguien, no porque te importe en realidad esa persona, sino porque tiene un buen coche o porque es alguien que te puede ayudar en tus negocios… Recuerda que para recibir amor real debes estar dispuesto a darlo. Aprender a amar, es decir aprender a buscar sinceramente el bien del otro, es un proceso de toda la vida.

¿Cómo saber si alguien te ama o sólo te utiliza? Pregúntate: esta persona, ¿está genuinamente interesada en lo que es mejor para mí? Esta persona, ¿me ve como imagen y semejanza de Dios y me trata con dignidad y respeto? El amor no es sólo estar saliendo con alguien o vivir un romance. El amor es fundamental para la vida y que necesitamos hacer presente en nuestra familia, con nuestros amigos y con cada persona que conocemos.

martes, 27 de mayo de 2014

Siete mensajes de un gran sabio


El Eclesiástico es uno de los libros más bellos de la Biblia, escrito hace 2,200 años. Son tres mil consejos para adquirir una gran personalidad y santidad. La gente progresa mucho leyéndolo. Tengamos presentes los siguientes consejos:

1. "Los malos deseos pierden a quienes los aceptan, y los convierten en burla de los enemigos del alma" (Ecl 6).
2. "No te dejes llevar por los caprichos de tu corazón porque te destrozarán como un toro feroz" (Ecl 6).
3. "No siembres en surcos de maldad y de impureza, porque de cada pecado puedes cosechar siete amarguras" (Ecl 7).
4. "Si te resistes y no aceptas hacer el mal, ni pensar en el mal, entonces lograrás que el mal no te domine" (Ecl 7).
5. "En todas tus acciones tienes que recordar el fin que te espera al terminar tu vida; si recuerdas el fin que te espera, evitarás muchos pecados" (Ecl 7).
6. "De hoy en adelante no te enredes ni una vez más en pecados, porque ni una sola vez quedarás sin castigo" (Ecl 7).
7. "Cuidado: no te dejes arrastrar ´por los deseos de tu corazón ni por los instintos de tu sensualidad. Son una trampa que te puede llevar a terribles abismos de maldad" (Ecl 5).

Levántate de tus caídas

Hay personas que, ante sus caídas en pecado, se desaniman y no se atreven a entrar en una iglesia. Cometen un error porque desconocen la realidad del mundo: este mundo es un hospital lleno de enfermos del alma, decía san Francisco de Sales. Pecamos más por débiles que por malos. Todos estamos rodeados de miseria y llenos de extrema debilidad para reaccionar contra el mal. Para colmo, el pecado es atractivo y promete mentirosamente goces y felicidad. Y nos dejamos engañar como niños ingenuos y caemos en la trampa. De nuestra debilidad, por tanto, sólo debemos esperar caídas y más caídas.

Mientras vivamos en este valle de lágrimas no dejaremos de obrar sin imperfecciones. Mientras llevemos este cuerpo mortal tendremos que repetir con san Pablo: "Hago el mal que no quisiera hacer". Sin embargo lo importante no es quedarnos ahí caídos, sino levantarnos, sacudirnos el polvo e ir aprendiendo a tener un poco más de prudencia para no tropezar tanto y caer menos. Sabemos que hemos caído miles de veces, quizá. Pero, ¿hacemos el esfuerzo seriamente por combatir esas caídas?

martes, 20 de mayo de 2014

La voluntad de Dios para ti

"Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; que os alejéis de la fornicación, que cada uno de vosotros sepa poseer su cuerpo con santidad y honor, y no dominado por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios. Que nadie falte a su hermano ni se aproveche de él en este punto, pues el Señor se vengará de todo esto, como os lo dijimos ya y lo atestiguamos, pues no nos llamó Dios a la impureza, sino a la santidad" (1Tes 4, 3-7).

La voluntad de Dios para sus hijos es que sean santos y se abstengan de la inmoralidad. Es lo que Él quiere para nosotros, y nos ofrece la gracia para realizarlo en nuestras vidas. Ya sea que hayas buscado satisfacerte en la impureza durante algunos días o durante algunas décadas, y sin importar qué tanto te has hundido en el vicio, Nuestro Señor te sigue amando y quiere que seas puro, y puede ayudarte a obtener la santidad en tu vida. ¡Nada es imposible para Dios!

Quizá tú abrigas la esperanza de que estos abusos no sean, en realidad, pecados, y de que puedes así continuar con ellos. Podrás preguntarte: ¿Dónde la Biblia lo condena? Bien, pues el Libro del Sirácide condena los pecados solitarios de impureza: El alma ardiente como fuego encendido, no se apagará hasta consumirse; el hombre impúdico en su cuerpo carnal: no cejará hasta que el fuego le abrase (Eclo 23,16-17). También dice el Catecismo de la Iglesia:

“Tanto el Magisterio de la Iglesia, de acuerdo con una tradición constante, como el sentido moral de los fieles, han afirmado sin ninguna duda que la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado’. ‘El uso deliberado de la facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice a su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine’. Así, el goce sexual es buscado aquí al margen de ‘la relación sexual requerida por el orden moral; aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero” (no. 2352).

Dios no hizo el acto sexual para nuestra gratificación egoísta, sino para ser utilizado dentro de los límites del matrimonio para dos fines: la procreación de los hijos y la unión del marido y la mujer en una sola carne. El placer que lo acompaña no es, entonces, un fin en sí mismo. El tocar tu cuerpo con impureza y el deleitarte viendo imágenes indecentes es dar un uso distorsionado y egoísta al regalo de la sexualidad que Dios te dio; es hacer del placer un fin en sí mismo, ignorando los verdaderos fines de la función sexual.

Oración: "Dulcísimo Jesús, déjame renunciar a toda impureza; permíteme ser siempre un extraño a los deseos de la carne y a la lujuria de la tierra, que combaten contra el alma; y con tu ayuda, concédeme preservar la castidad sin mancha". (Scott Rosemarie, Clean of Heart, Overcoming Habitual Sins against Purity)

lunes, 19 de mayo de 2014

Me instruiste pero me mataste

Un lector escribió a Voltaire: "Usted me ha instruido un poco, pero ha llenado mi alma de heridas mortales. Las páginas de sus libros corruptores dejaron en mi espíritu una huellas como las que dejan en el cuerpo los dientes de un perro infectado cuando muerde".
Los que escriben o hacen películas van formando a sus lectores o espectadores. Quien lee o ve cosas corrompidas, se vuelve corrompido. Cada lector o espectador puede asegurar que hubiera sido otra persona si no hubiera leído tal o cual libro o revista, o visto tal o cual película. Si ve materiales buenos llegará a ser mejor persona, pero si ve materiales malos se volverá peor persona. Autores o productores sanos y santos pueden formar lectores o espectadores santos y santos. Pero autores, actores, actrices o productores corrompidos e impuros, formarán personas corrompidas e impuras.

Dime qué lees y te diré quién eres, decían los antiguos. Hoy también podemos decir: dime qué clase de cine ven tus ojos y yo te diré que tan pura o impura se conserva tu alma. (E. Sálesman)

sábado, 17 de mayo de 2014

Asesinos de almas

Hay una leyenda muy antigua de dos hombres muy malos que murieron y se fueron a las llamas del infierno por la eternidad. El primero había cometido muchos pecados, y fue echado a un horno de grandes llamaradas donde lloraba y gritaba. El segundo era propagador de pornografía y al principio su horno no tenía llamas tan grandes como el primero. Pero pasaron los días y las llamas del horno del primero fueron disminuyendo, mientras que las llamas del segundo aumentaban cada día más. 

Después de muchos años, las llamas del horno del primer pecador se apagaron, mientras que las llamas del segundo crecían cada día y lo atormentaban atrozmente. Entonces clamó al cielo preguntando: "¿Por qué, si los dos éramos pecadores, a él se le apagaron las llamas y en cambio a mí me atormentan cada día más?" Y una voz desde el cielo le respondió: "Porque los pecados del otro ya a nadie hacen sufrir y a nadie hacen mal, porque pasaron los años y todos los olvidaron. En cambio tu pecado, el de propagar imágenes pornográficas sigue haciendo mal, cada día más mal, y va aumentando el número de los que ven las imágenes que tú propagabas. Por eso tus tormentos irán aumentando".


Muchas personas que hoy están atrapadas en los abismos de la pornografía y otros vicios pueden decir que llegaron hasta ese estado a partir de que alguien les pasó una revista o les hizo llegar un video. ¡Qué responsabilidad tienen los que hacen pecar a los demás! Así como los buenos libros son grandes bienhechores, así las lecturas, revistas y películas pornográficas son las más feroces corruptoras de la humanidad porque asesinan el alma humana.

jueves, 15 de mayo de 2014

Amor real o amor de pizza

El ser humano tiene dos miedos: el miedo de no ser amado y el miedo de no poder dar amor. El problema es saber qué es el amor exactamente. Decir "amo a mis papás" y "amo las pizzas" son cosas muy diversas. Cuando digo que amo a mis papás quiero decir que me preocupo por ellos y que quiero ayudarles en todo. Cuando digo que amo las pizzas quiero decir que me encantan sus sabores (peperone, hawaiana, salame, etc.), pero que una vez que satisfago mi hambre me dejan de importar los pedazos que sobran. Son dos maneras diversas de querer. Así que la próxima vez que alguien te diga que te ama o te quiere, míralo profundamente y pregúntate: "¿es amor real o es amor de pizza?"
La pregunta: ¿Te has sentido amado(a) con amor real en tu vida íntima, o con amor de pizza? ¿Has lastimado a otras personas por amarlas con amor de pizza?

Mentiras del diablo


Satanás es mentiroso y padre de la mentira (Jn 8,44). Él nos dirá cualquier mentira para convencernos de violar la ley moral de Dios. A veces interiorizamos estas mentiras, utilizándolas una y otra vez a lo largo de nuestra vida, para justificar nuestro abuso del sexo como don de Dios. Nuestra manera de pensar se tuerce y nuestras inteligencias se oscurecen; desarrollamos un apego al pecado que alimenta conductas compulsivas, difíciles de controlar. Luego, entonces, nos volvemos esclavos del pecado: "¿No sabéis que al ofreceros a alguno como esclavos para obedecerle, os hacéis esclavos de aquel a quien obedecéis; bien del pecado, para la muerte, bien de la obediencia, para la justicia?" (Rom 6,16).

Solamente podremos liberarnos de esta esclavitud espiritual dejando que Jesucristo y la Verdad disipen estas mentiras oscuras. Tenemos que renovar nuestras mentes (Rom 12,2), y cambiar nuestras creencias y actitudes hacia los pecados de la carne. Es un buen punto para comenzar. ¿Cuáles son, entonces, algunas de las mentiras que el demonio ha utilizado para desarrollar el apego a los pecados contra la pureza dentro de ti? Aquí están algunas posibles justificaciones:

Quizá Satanás te ha dicho que mirar imágenes pornográficas está bien porque “la desnudez es algo natural”. Sin embargo sabemos que la pornografía no es algo natural. Sus fantasías son irreales, los cuerpos son maquillados, o alterados cosmética o quirúrgicamente, y presenta actos no naturales. Pero además da al espectador una visión distorsionada de la sexualidad y de la humanidad, contraria a la voluntad y al plan de Dios. El Catecismo de la Iglesia Católica enseña:

La pornografía consiste en dar a conocer actos sexuales, reales o simulados, fuera de la intimidad de los protagonistas, exhibiéndolos ante terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una ganancia ilícita. Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio. Es una falta grave. (n. 2354).

San Juan Pablo II dijo una vez que el problema con las imágenes indecentes no es que éstas revelen demasiado, sino que revelan muy poco. Exhiben el cuerpo pero no pueden revelar el alma.

La pornografía toma un ser humano, quien por designio de Dios es ambos, alma y cuerpo, y lo reduce a una mera imagen corporal, un objeto que puede ser utilizado para una gratificación egoísta, una mercancía que puede ser comprada o vendida. En efecto, presenta a un cuerpo sin alma. Nuestro Dios y Creador no quiso que el acto procreador fuera visto como entretenimiento o fuese vendido como una mercancía. Así pues, desde el punto de vista de Dios, la pornografía no es algo natural.

O quizá tú estás solo, y Satanás te ha convencido de que los pecados de la carne te ayudarán a mitigar la soledad. Quizá pueda aliviar momentáneamente el dolor, pero lo cierto es que tú quedarás tan solo como antes de que vieras esas imágenes. Es imposible tener una relación con una fotografía, y el abuso de sí mismo es un triste acto solitario. Después de que éste ha terminado, regresa la soledad, acompañada con remordimientos de conciencia, odio hacia uno mismo y lejanía de Dios. Y después te sientes peor que antes.

Quizá el Tentador te ha dicho que “mereces un pequeño placer”. La verdad es que nosotros no “merecemos” nada que sea pecado. Un cristiano no tiene derecho a cometer pecado o a experimentar placeres ilícitos. Sólo los casados tienen el derecho al acto sexual, y solamente con el cónyuge. Tu cuerpo es miembro de Cristo y templo del Espíritu Santo; pertenece a Dios, no el algo tuyo, y tú no puedes hacer lo que quieras con él.

El demonio puede susurrarte: “Dios es injusto al prohibirte este placer”. Ahora el Tentador está tratando de que pienses que Dios te quiere privar de algo. La verdad es que el Creador sólo quiere lo mejor para nosotros, y sabe que la impureza no es precisamente lo mejor para ti. De hecho Satanás quiere que termines negando tu libertad haciéndote esclavo del pecado. Quiere negarte la paz del corazón haciendo que te aborrezcas a ti mismo; y quiere, por último, negarte la felicidad eterna privándote del Cielo.

También está el viejo engaño: “Está bien, Dios te perdonará. Puedes acudir siempre a la Confesión después de pecar”…. Solamente piensa en cuánta gente pudiera haber en el Infierno hoy porque ellos creyeron en esta excusa y murieron antes de que pudieran arrepentirse. No sabes cuánto tiempo vivirás. ¿Por qué poner en riesgo tu alma, aunque sea por un breve período de tiempo?

Otra mentira favorita del Tentador es que “es imposible que resistas la tentación; has caído tantas veces en el pasado que es imposible resistir”. Esta mentira está encaminada a llevarte a la desesperación, y a hacerte creer que no tienes remedio, que no puedes resistir la tentación…. La verdad es que tú siempre puedes resistir por la gracia de Dios, no importa cuántas veces has caído en el pasado. Nuestro Señor ha prometido que Él proveería de algún medio para escapar: "No habéis sufrido tentación superior a la medida humana. Y fiel es Dios que no permitirá seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla resistir con éxito" (1Cor 10,13).

Para desbaratar esta mentira debes orar pidiendo la virtud de la esperanza para contrarrestar la desesperación, creyendo que se puede resistir con la ayuda de Dios y buscando la vía de escape que Él ha hecho para ti.

O quizá pienses: “Lo haré por última vez, y nunca necesitaré hacerlo de nuevo”…. Esta es una mentira para llevarte al pecado otra vez. La verdad es que esa misma frase la has dicho cientos de veces antes. El decir “juro que será la última vez” es un vil engaño del demonio.

Quizá ninguna de las mentiras anteriores te parece familiar, y solamente piensas: “Lo hará simplemente porque me gusta”… En este caso la mentira puede ser la creencia que la gratificación física es buena y debe conseguirse a toda costa, aún si pone en peligro tu alma inmortal. Sin embargo no hay ningún placer, aunque sea muy fuerte, que valga la pena como para poner en riesgo la propia salvación. La alegría y la paz de un alma en estado de gracia, y la felicidad eterna de la Visión Beatífica de Dios, son mucho más grandes que unos cuantos segundos de sensaciones físicas.

Hay otras muchas mentiras posibles que el Tentador pueda utilizar. La pornografía en sí misma no es otra cosa que una gran mentira, una farsa, llena de promesas vacías que no puede cumplir. Los pecados contra la pureza no te harán feliz, ni te llenarán o te consolarán, ni nunca te dejarán satisfecho. Si te sientes solitario o aislado, la pornografía nada tiene que ver con el amor y la aceptación; esas imágenes no te aman. Sólo Jesús te ama. El es la Verdad, y su Cuerpo que es la Iglesia es columna y cimiento de la verdad. Vuélvete a Jesús para recibir su amor y su consuelo. Sólo Él puede dejarte satisfecho.

No necesitas imágenes pornográficas ni abusar de ti mismo para ser feliz. De hecho, estas cosas solamente te harán, al final, sentir miserable. Dios basta para brindar verdadera felicidad y realización. El te ama y aliviará tu soledad. Si nunca vuelves a ver imágenes indecentes o si no te tocas impuramente de nuevo, no te sentirás “necesitado”. Dios te seguirá amando infinitamente. El quiere salvarte y no condenarte. Deja que Él te libere de tu esclavitud del pecado y puedas caminar en su luz.

Propósito: Pide a Dios que te muestre en qué mentiras has adoptado, y pide que te libere de ellas. Si vas con un consejero espiritual, aprovecha las intuiciones y consejos que puedas recibir. Escribe todas las verdades y rechaza las mentiras, haciéndolo en primera persona, por ejemplo: “No necesito pornografía para ser feliz”, etc. Lee, para ti mismo, tu lista de verdades en voz alta todos los días, de preferencia luego de una meditación diaria. Haz esto durante toda la duración de estas meditaciones, pidiendo a nuestro Señor que te ayude a interiorizar estas verdades. Esto cambiará tu proceso de pensamiento y renovará tu mente conformándola a la verdad de Dios. Y continúa acercándote a Jesús y a la intercesión de la Virgen María.

martes, 13 de mayo de 2014

El peor daño de la pornografía


Quizá el peor de los daños que causa la pornografía es al "modelo" de la visión sobrenatural que tiene el ser humano. Me explico. Dios nos dio el don de la vista con la intención de que un día definitivo podamos contemplarlo a El en el cielo. El mundo en que vivimos es un modelo que nos pone en comunión con el mundo sobrenatural. La contemplación de las realidades de la tierra debe ser un puente para contemplar un día las realidades del cielo. Así, por ejemplo, cuando vemos un paisaje bellísimo, esa visión nos hace imaginar y desear a Dios, el autor de la belleza. Cuando aquí en la tierra usamos la vista para pecar viendo pornografía, se distorsiona o se paraliza nuestra capacidad para entrar en contacto con el mundo sobrenatural. Lo que el ser humano debe usar para recibir la verdadera visión de Dios y la belleza de su creación, lo utiliza más bien para consumir imágenes falsas de otras personas en la pornografía. ¿Cómo podemos entender la visión sobrenatural que Dios desea para nosotros, es decir, la contemplación de Dios cara a cara, una vez que nuestra vista natural se ha lesionado y distorsionado? Este es uno de los motivos más fuertes que debe impulsar a un cristiano para dejar la pornografía. Por eso no nos cansemos de decir: "Crea en mí, Señor, un corazón puro; renuévame por dentro con espíritu firme".

lunes, 12 de mayo de 2014

Un sueño de san Juan Bosco

En uno de sus 159 sueños proféticos, san Juan Bosco vio que en la puerta de un colegio había un grupo de demonios jugando despreocupadamente, y les preguntó: ¿Por qué no han entrado al colegio para hacer pecar a la gente?. Uno de los demonios le respondió: "No hace falta que entremos nosotros. Allá dentro hay unos que nos reemplazan muy bien, haciendo pecar a los demás". Preguntó don Bosco: "¿Y quiénes son esos que reemplazan a los diablos?" "Los que tienen malas conversaciones", respondieron a coro los demonios. Y dijeron también: "Ah, una mala conversación, una palabra de doble sentido nos sirve para obtener grandes victorias contra las almas". Y se echaron a reír a carcajadas.

Después de esta visión, san Juan Bosco recomendaba mucho a los superiores de sus colegios que alejaran sin más a los que acostumbran a tener malas conversaciones contra la castidad, porque uno de ellos hace más daño que mil demonios.

San Juan Bosco era un alma pura y sabía del daño de una mala conversación. No podemos imaginar lo que pensaría ese gran santo educador si viviera en nuestra época donde la lujuria se apodera de millones de almas a través de los medios y de la pornografía. No lo dudemos: la pornografía tiene su origen y expansión gracias al mundo demoníaco.

Pornografía: pecado grave

Dice Monseñor Paul Loverde, Arzobispo de Arlington: "El uso de pornografía, es decir, su fabricación, distribución, venta o visualización, es un pecado grave. Quienes participen en esa actividad con pleno conocimiento y consentimiento cometen un pecado mortal. Tales actos Ios privan de la gracia santificante, destruyen la vida de Cristo en su alma y les impiden recibir la Sagrada Comunión hasta cuando hayan recibido la absolución por medio del Sacramento de la Penitencia.


La gravedad de este pecado se aprecia con mayor claridad cuando se considera el profundo daño que causa el uso de la pornografía a la sociedad. En primer lugar, perjudica a toda la familia, la célula básica de la sociedad, y a la Iglesia, porque destruye el vínculo conyugal. Puesto que introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio (Catecismo de la Iglesia Católica 2354), el uso de la pornografía por un hombre desvía su atención y afecto de su esposa. Le crea en la mente expectativas irreales y a menudo inmorales para su vida íntima. (comienza a acercarse a ella solamente como medio de gratificación propia y ya no como "compañera apropiada". Los sacerdotes y Ios orientadores conocen muy bien la gravedad de la amenaza que presenta la pornografía para el matrimonio y saben cuántas familias ya han sufrido una triste división debido a sus efectos.

Eficacia de la oración a la Virgen María

En sus escritos, san Alfonso María de Ligorio relata la verdadera historia “de un hombre joven que vivía en Roma, y quien se había enrolado en pecados muy grandes contra la pureza. Un día fue a confesarse con el padre jesuita Nicolás Zucchi. El sacerdote tuvo compasión del pobre hombre, y con caridad cristiana le dijo que la devoción a la Santísima Virgen le ayudaría a liberarse de sus vicios. Como su penitencia, el sacerdote le dijo que cada mañana, cuando él se levantara, y otra vez cuando fuera a acostarse por la noche, se encomendara a nuestra Señora de la siguiente manera: dijera primero tres Aves Marías, consagrara a ella de manera especial sus ojos, oídos, lengua, corazón y todo su cuerpo, y besara el suelo tres veces.

Cuando aquel hombre regresó para su siguiente confesión, dijo al sacerdote que había hecho su penitencia fielmente todos los días, pero que sólo habían disminuido un poco sus pecados habituales. El sacerdote lo animó a continuar con esa práctica devocional por el resto de su vida, y a tener confianza en la protección de la Virgen Santísima.

Pronto aquel hombre salió de la ciudad en un largo viaje, para visitar varios países con algunos amigos suyos. Cuando años después regresó a Roma, visitó al padre Zucchi para confesarse. El sacerdote quedó muy complacido al saber que aquellos antiguos vicios se habían alejado de aquel hombre. Había cambiado completamente. El padre Zucchi le preguntó: “Mi amigo, ¿cómo fue que obtuviste ese maravilloso cambio de parte de Dios? El hombre replicó: “Padre, Nuestra Señora me obtuvo esta gracia como resultado de aquella pequeña devoción que usted me enseñó”.

El padre Zucchi quedó tan impresionado que pidió permiso al penitente para hablar de su caso en una homilía. El penitente estuvo de acuerdo, y el sacerdote lo dijo al domingo siguiente. Un soldado que estaba presente durante la Misa, había estado llevando una relación inmoral con una mujer durante muchos años. Inspirado por la homilía, también él comenzó a decir las tres Aves Marías cada mañana y cada noche, con la intención de liberarse de su pecado. Como resultado, Dios le concedió pronto la gracia de terminar con aquella relación.

Seis meses después, por debilidad, aquel soldado fue a la casa de la mujer, con la esperanza de convertirla también a ella. Pero antes de tocar la puerta, sintió que una fuerza invisible lo hacía retroceder. Retrocedió una cierta distancia, y tuvo la convicción de que la Virgen María lo había prevenido de hablar con la mujer, porque esa habría sido una ocasión de pecado para él, una ocasión en la que difícilmente evitaría caer.

Esta anécdota ilustra la eficacia de la devoción a nuestra Madre Santísima para conseguir la pureza. También es muy importante la perseverancia en la oración, ya que había tomado mucho tiempo para aquel joven cambiar sus hábitos. Al principio la práctica de la devoción le había ayudado poco, pero la perseverancia en ella logró que venciera sus vicios a largo plazo. Aprende de él tú también la lección y no abandones tu compromiso por adquirir la pureza. No importa que sea algo difícil. Pide al Señor la gracia de la perseverancia.

Esta historia nos ha enseñado a evitar las ocasiones de pecado, aunque hayamos sido castos durante algún tiempo. Jamás deberemos de presumir de nuestras fuerzas para evitar el pecado; tenemos que continuar evitando personas, lugares o cosas que nos causaron caídas en el pasado.

sábado, 10 de mayo de 2014

Soberbia e impureza son hermanas

San Juan Bosco decía: "Yo he llegado a convencerme de que la causa de que muchas personas caigan en muy graves pecados de impureza es porque son muy soberbias, muy llenas de orgullo. Y la soberbia y la impureza son dos hermanas que les gusta andar juntas. Muchos no tienen castidad porque no tienen humildad. Viven creyéndose más de lo que son o más de lo que pueden. Levantan la estatua de su propio orgullo para que la adoren los demás, y el castigo de su soberbia es caer luego en humillantes pecados de impureza... Esto lo digo no sólo porque lo he leído en los libros, sino porque lo he constatado en más de cuarenta años de trabajar por la salvación de las almas".

Lámpara de la fe (artículo)



Como todos los sábados, el cura de la parroquia se había sentado en el templo para escuchar confesiones. Ese día había pocos penitentes. De pronto apareció una chica que estaba desesperada y lloraba como una niña. Se arrodilló ante el sacerdote pidiendo perdón a gritos. La muchacha venía de una clínica abortista en El Paso Texas donde le habían practicado un legrado. Estaba arrepentida y consciente de que ahora era demasiado tarde. “¡Qué hice! –decía entre lágrimas– Maté a mi hijo, yo lo maté!”

¿Cuál fue la ruta que recorrió aquella joven para llegar a hacer lo que hizo? Recordaba su primera Comunión como el día más feliz de su infancia. Su familia era católica practicante y le habían enseñado a amar a Jesús. Pero cuando en la juventud entró en contacto con ciertas compañías su fe se debilitó. Después el ambiente universitario, hostil a la religión, le hizo perder aquello que sus padres le habían dejado como heredad espiritual. Su cirio del amor a Dios, que fulguraba aquel día en que se vistió de blanco para recibir a Jesús sacramentado, se apagó por completo.

Decidió ser hippie y atea. Consideraba los valores de la virginidad y el ideal del matrimonio cristiano como reliquias de su infancia. La abstinencia de drogas, tan enseñada por sus padres le parecía una doctrina fuera de época. Probó la marihuana y le gustó por mucho tiempo. Pronto la envolvió la ideología feminista y se entregó al amor libre con su pareja a quien se dedicó a hacer feliz practicando sexo sin compromiso. Hasta que vino un embarazo inesperado.

Abortar le parecía lo más normal, al fin y al cabo ella decía tener derecho sobre su cuerpo. Pensaba que ir a la abortería era como ir con el dentista a quitarse una muela. Pero el aborto fue una experiencia traumática, la más horrenda de su vida, en lo físico y lo emocional. Tanto así que aquella tarde buscó, llena de angustia, a un sacerdote. Había visto el averno de cerca, y ahora quería volver a encender la luz de aquel cirio de su fe católica que años antes se había apagado.

Jesús la sanó del trauma del aborto y actualmente es profesora universitaria. Está convencida de que las ideologías que fueron tan aplaudidas en su tiempo –el nazismo, el marxismo, el maoísmo– dejaron atrás una estela de millones de muertos. Fueron auténticos infiernos fabricados por hombres que creían que el mundo se bastaba a sí mismo y que no tenía necesidad de Dios. Hoy las ideologías actuales que la llevaron a abortar –el género, el feminismo, el relativismo–le parecen los nuevos errores que pueden llenar el mundo de cadáveres.

Gran misterio encierra el comportamiento humano. ¿Qué hizo que esta mujer, habiendo crecido en la fe católica, se ofuscara hasta llegar a extraviarse y arrojarse por sendas de degeneración? Hay momentos en la vida en los que, por alguna influencia nociva, la razón puede ofuscarse, extraviarse, incluso pervertirse. Nuestra conducta está llena de sombras y matices ajenos a la inteligencia que actúan y mueven los resortes de la voluntad y del corazón, llevándola por extraños caminos.

La fe católica es la lámpara que alumbra nuestra inteligencia y que nos impide cometer errores que luego no se pueden remediar. La fe nos descubre un orden que viene de Dios y nos permite preservar nuestra dignidad. Observaba Napoleón: “Los pueblos pasan, los tronos y las dinastías se derrumban, pero la Iglesia permanece”. Dos mil años de historia nos hacen afirmar que nuestra Iglesia está protegida por un espíritu que tiene su origen más allá de este mundo. Y ese Espíritu nos ahorra muchos precipicios.

viernes, 9 de mayo de 2014

La mujer fácil


Dice Eliécer Salesman que, aunque uno sea fuerte como Sansón, si se encuentra con una Dalila -la mujer que le hizo sacar los ojos- ella podrá hacerle tanto mal como le hizo aquella mujer a ese hombre de Dios. Aunque uno sea tan sabio como Salomón, si se encuentra con mujeres como le sucedió a aquel rey, podrán ellas hacerle perder la fe, como lo hicieron con Salomón. Aunque uno haya sido valeroso como el rey David, si se encuentra con una mujer fácil como fue Betsabé, esa mujer le hará cometer locuras tan grandes como las que cometió David. ¡Ay de aquel que en su vida se encuentre con una mujer fácil! Menos peligroso sería encontrarse con una serpiente venenosa o con una leona enfurecida. Estas le destrozarían el cuerpo, pero aquella le mataría el alma, que es mucho peor. Dice la Sagrada Escritura: "Muchos se extraviaron por la belleza de una mujer, y por su causa el deseo arde como fuego." (Eclo 9,8). (Se dice que triste es una mujer fácil, pero más triste es un hombre que deja a una mujer difícil por una fácil).

Círculo doloroso

La mayor parte de la gente peca contra la castidad porque cree que será feliz cometiendo el pecado. Pero resulta que, apenas consigue lo que se proponía, le produce un disgusto y una repulsión tan grandes, que la persona desearía que eso no hubiera sucedido nunca jamás. Y muchas veces la persona entra en un círculo vicioso: comete el pecado, experimenta un gran disgusto, vuelve a cometer el pecado, vuelve a sentir profundo disgusto, pecado, disgusto, pecado, disgusto.... muchas veces. ¿Hasta cuándo se romperá ese círculo tan doloroso?

jueves, 8 de mayo de 2014

Tesoro en vasijas de barro

Como sacerdote he conocido muchas personas que han pasado por el confesionario. Muchos de ellos han sido ancianos con más de 80 años. Quien piense que a esas edades no existen dificultades con la castidad está equivocado. Y todos hemos conocido que sacerdotes, gobernantes, políticos y líderes de la comunidad tienen a veces problemas serios de castidad. Mantenerse limpios de corazón no es fácil para nadie, aunque las personas ocupen elevados y sagrados cargos, o aunque pasen los años y las arrugas marquen el rostro. En ninguna edad estamos seguros contra los peligros y las tentaciones... Hay que luchar día a día para conservarse limpios. San Pablo nos recuerda que llevamos un tesoro en vasijas de barro, y que la castidad necesita de cuidadosa protección y defensa.

Dureza de corazón

En Efesios 4, 18-19, san Pablo ennumera algunas horribles consecuencias de los pecados de impureza, como la pornografía, para quienes los cometen frecuentemente. Dice así: "endurece el corazón, produce desvergüenza, y desata desenfrenados deseos de pecar". La palabra griega que usa san Pablo es "porosis" que significa endurecimiento. Esa palabra se usaba para nombrar el endurecimiento que ciertas enfermedades producen en las coyunturas y que paralizan e impiden todo movimiento y se vuelven insensibles a cualquier tratamiento. "Porosis" significa que algo se ha endurecido y petrificado de tal manera que ya no se siente nada. La "porosis" del alma signfica que el pecado lleva a la insensibilidad, cuyo efecto terrible es que petrifica y ya no deja sentir dolor verdadero de haberlo cometido, ni horror a cometerlo otra vez. Nadie llega a ser un gran pecador de un momento a otro. En la medida que una persona se adentra en la pornografía, su conciencia pierde la sensibilidad y llega a cometer faltas graves sin sentir ya verdadero remordimiento y suficiente asco por el pecado.

miércoles, 7 de mayo de 2014

La devoción a la Virgen es fundamental


La Iglesia ha recomendado siempre la devoción a la Santísima Virgen María para la preservación o restauración de la pureza de corazón. Las letanías del Rosario la invocan como la “Santa Virgen de las vírgenes”… “Madre purísima”… “Madre castísima”, “Madre inmaculada”, “Reina de las vírgenes”. Como modelo de la pureza, ella juega un papel especial para ayudar a sus hijos e hijas espirituales para vivir en la pureza y la castidad. Si toda buena madre de la tierra quiere mantener a sus hijos limpios y saludables, entonces seguramente nuestra Madre del Cielo quiere que nuestras almas permanezcan sin mancha ante Dios nuestro Padre en el Cielo. Quienes se liberan más rápida y fácilmente de la esclavitud de la pornografía y de toda impureza son los devotos a la Madre de Dios y Madre de la humanidad, la Mujer que aplastó la cabeza de la antigua serpiente.

“A ti, oh Virgen María, que nunca fuiste tocada por mancha alguna de pecado original ni personal, encomiendo y confío la limpieza de mi corazón.

Desenfrenados deseos de pecar



San Pablo emplea la palabra "pleonexia", que significa "un deseo desordenado e incontrolado de obtener lo que se quiere, aunque esto vaya contra los derechos de otros". Es un deseo irresistible de obtener lo que no se tiene derecho a conseguir (Efesios 4,18)

A la persona impura no le importa a quién hiere o hace daños, o qué métodos inmorales emplea, con tal de lograr satisfacer sus malos deseos. No le impresiona que otras personas queden ofendidas o destruidas, o escandalizadas. Lo único que le interesa es satisfacer los deseos de esa bestia sexual que es su cuerpo sensualizado hasta el extremo.

Oremos a san Pablo: "Recuérdanos siempre, apóstol de los gentiles, lo que dejaste dicho acerca de la impureza: que endurece el corazón y lo vuelve insensible, que produce desvergüenza y que desata desenfrenados deseos de pecar". De la impureza, líbranos Señor. Amén.

martes, 6 de mayo de 2014

Arañas



Tu mente vaga sin control como lo ha hecho miles de veces en el pasado. Te vas metiendo en un mundo de fantasías en el que tu imaginación va consintiendo imágenes exóticas de diosas hermosas, sensuales… Pero, espera un poco y pon atención para descubrir lo que está en el fondo.

¿Quién es exactamente esa encantadora “diosa” que ha raptado tanto tu mente, tu corazón, tu cuerpo y tu alma? Investiguemos, exploremos de quién se trata realmente, cuál es la razón de que está siempre presente en tus pensamientos, y qué es lo que, en verdad, quiere de ti. En otras palabras, hablemos del mundo demoníaco.
Los demonios están presentes en el Antiguo Testamento. Ahí tienen algunos nombres: Lucifer en el profeta Isaías, Asmodeo en el libro de Tobías, Satán en el libro de Job. Y en el Nuevo Testamento recibe el nombre de Belcebú. San Juan nos dice que “Cristo vino a la tierra a destruir las obras del diablo”.

Diversos demonios se especializan en diferentes tentaciones. Asmodeo es el demonio de la lujuria. Si leemos la historia de Tobías veremos sus seductoras y astutas habilidades, su veneno mortífero y su perversidad maloliente. Antes de encontrar a Tobías y al Arcángel san Rafael, este demonio consiguió el éxito de matar a muchos hombres a través de la lujuria de todos ellos. Nos preguntamos cuántas otras pobres almas habrán sido víctimas de Asmodeo a través de la historia, desde aquellos días y hasta hoy.

Cuando tu mente comience a salir de control para entrar en fantasías, en vez de continuar introduciéndote en la sensualidad exótica de tu imaginación, intenta ver quién está detrás de aquella encantadora máscara. Descubre cómo el demonio está a tu acecho.

La manifestación del mal se puede comparar con las arañas. En vez de imaginarte a ti mismo acariciando las sedosas medias de aquella chica, date cuenta de que, en realidad, estás tocando una de las ocho largas patas de una enorme araña. Y mientras tú la tocas, la araña está, inmóvil y paciente, preparando sus colmillos venenosos para que, cuando llegue el preciso momento, tú seas triturado y quedes hecho pedazos. De esta manera la araña se llevará lo que quedó de tu mutilado cuerpo y los pedazos de tu alma a los abismos del infierno.

Contempla la telaraña. Mira los cadáveres de muchas de las víctimas del perverso arácnido. Cada uno fue cayendo y se fue enredando en la peligrosa red, solamente para permanecer paralizado, inmóvil e impotente, mientras que la araña alegremente se aproximaba para darse un banquete con la sangre vital de su víctima.
En este punto, la araña clava sus colmillos profundamente en tu cuerpo impotente, llenándote con más veneno. Y mientras tú miras, vivo y conciente lo que sucede, y al mismo tiempo estás paralizado, la araña comienza a alimentarse de ti.

Este es el rostro real de la pornografía, la cara que está detrás de aquella máscara deslumbrante y seductora. Detrás de cada imagen pornográfica, detrás de cada pensamiento de lujuria se esconde tal demonio, acechando en los callejones oscuros de tu mente, trabajando sobre ti, persuadiéndote, seduciéndote, enredándote más profundamente en su telaraña, hasta el momento en que estés más débil, y te tiente a cometer un pecado mortal atroz contra el Dios Todopoderoso. Y todo por tener un breve momento de placer. Te ha aprisionado. Te ha atrapado una y otra, y otra, y otra vez.

Peor aún, cuando la pornografía se te vuelve un vicio, empiezas a buscar frecuentemente tu araña pidiendo desahogo, consuelo, compañía, amor. Y cada vez que caes, tu recompensa es la oscuridad, la frustración y el vacío… y la inyección de una nueva dosis de veneno adictivo.

Esta visión horrorosa del mal, debería ser suficiente para asustar a la persona más adicta a la pornografía y llevarla a la sobriedad.

¿Quieres romper la telaraña y vivir en la paz y la alegría? Empieza a tomar conciencia de tu medio ambiente, y a conocer quiénes son tus enemigos, especialmente a aquel que juega tantas veces con tu imaginación. El trata de seducirte con imágenes seductoras y hermosas, pero en realidad te odia y te quiere destruir. El no tiene misericordia, es implacable, destructivo, malévolo, horroroso y absolutamente perverso.

Toma conciencia de lo que pasa por tu mente porque puede ser mortal. Toma conciencia de Asmodeo y de su reino de arañas. Créelo: ellos te conocen.

Cada momento en que te sientas tentado con un pensamiento o un deseo impuro, mira más allá del encanto y descubre el mal que se oculta a tus ojos. Puedo asegurarte que esta visión ha ayudado a muchas personas a dejar la adicción a la pornografía.

Te invito a que leas, en la Biblia, la Carta de Judas. Es el penúltimo libro de la Sagrada Escritura y se encuentra justo antes del Apocalipsis. La carta es acerca de la seriedad que debes tener para escapar de la telaraña mientras tengas vida y fuerza dentro de ti.

Que el Señor te bendiga.






Muerte de la conciencia

Sangrenegra fue un terrible asesino, terriblemente temido, en su natal Colombia. Vivió en la mitad del siglo XX y llenó de lágrimas innumerables hogares. Un día alguien le preguntó a este incorregible asesino: "Cuando usted mató a su primera víctima, sintió remordimiento? El respondió: "Sí, en mi primer homicidio sentí gran tristeza y esa noche no pude dormir". "¿Y cuando mató al segundo? Contestó: "Sentí algún pequeño remordimiento, pero pude dormir esa noche". "Y últimamente, cuando ha matado, ¿qué ha sentido usted? -le preguntaron de nuevo. "Pues he sentido un verdadero gozo matando, y ya no me produce pena ni remordimiento alguno".... El pecado petrifica el corazón, insensibiliza la conciencia. ¿Cómo podrá salvarse o convertirse una persona si sus faltas no le producen tristeza ni lo llevan al arrepentimiento? Hay que tener cuidado, no sea que de tanto repetir impurezas, el alma quede insensible y llegue la muerte de la conciencia. Podría ser fatal.

lunes, 5 de mayo de 2014

Desvergüenza

San Pablo la llama "lascivia". Platón dice que lascivia es una desvergüenza para cometer lo malo, una disponibilidad para cualquier placer, aunque sea prohibido. San Basilio dice que se trata de una antipatía para aceptar una disciplina sobre el apetito sexual.

Lo especial de la desvergüenza o lascivia es que no tiene cuidado del choque que puede provocar en la opinión pública. Lo importante es satisfacer los deseos impuros. Al desvergonzado no le interesa cuántos sean los espectadores que presencian su proceder, todo con tal de tener el placer que su instinto impuro le demanda. No le importa quedar con muy mala fama ante los demás. El pecado domina al impuro de tal manera que le hace perder la vergüenza y quedarse sin dignidad. La persona desvergonzada no se respeta a sí misma ni respeta la dignidad de sus víctimas. Se deja dominar de tal manera por sus deseos sexuales que no se inquieta porque otros le estén observando, ni se pregunta quién le observa. La sensualidad echa lejos a la vergüenza y va convirtiendo a una digna persona humana en una bestia vulgar.

Pide la limpieza de corazón

La castidad es un regalo que viene de Dios. Es algo que se importa del Cielo. No nacimos con este regalo, ni lo podemos adquirir mediante esfuerzos ascéticos y de fuerza de voluntad. La limpieza de corazón no es el resultado de hermosas meditaciones. Es simplemente un don del Espíritu de Dios. Por eso hay que pedirla mucho, y no cansarse de pedirla todos los días, puesto que Jesús nos hizo un juramento: "Quien pide, recibe. Todo lo que pidan al Padre en mi nombre, se los concederá". La vida de la Iglesia durante 20 siglos ha demostrado en la vida de millones de personas que, pidiendo a Dios la limpieza de corazón, es decir la castidad, se obtiene realmente.

Una plaga

La pornografía es una plaga que arruina el alma de Ios hombres, las mujeres y Ios niños, destruye Ios vínculos del matrimonio y victimiza a Ios más inocentes entre nosotros. Oscurece y destruye la capacidad de las personas para verse unas a otras como expresiones singulares y hermosas de la creación de Dios; en lugar de ello les nubla la vista y las lleva a ver a otras como objetos que se pueden usar y manipular. Se ha justificado como un canal de libre expresión, apoyado como una iniciativa comercial y permitido como apenas otra forma de entretenimiento. No se reconoce ampliamente como una amenaza a la vida y a la felicidad. No suele tratarse como una adicción destructora. Cambia la forma en que Ios hombres y las mujeres se tratan entre sí a veces de forma asombrosa, pero a menudo sutil.

Entusiasmo por la virtud de la castidad

San Francisco de Sales decía que para que nos arriesguemos a luchar por conseguir una virtud es necesario entusiasmarnos por ella, y pensar seriamente en las inmensas ventajas que esa virtud nos traerá. Si se considera la castidad como una carga, como una obligación, será psicológicamente rechazada. Por eso la castidad hay que mirarla como un regalo maravilloso de Dios. Es algo que contribuye enormemente a que seamos más libres y más nobles. Es como desatar los lazos que nos amarran a lo material, para elevarnos más libremente a lo que es espiritual.

La lucha tiene un lado amable

Si una persona quiere liberarse de un mal comportamiento sexual es necesario que analice el lado amable de esta lucha, y no sólo el lado negativo y de sacrificio que este combate comporta.

Primero: debe luchar por amor a Dios. El esfuerzo por liberarse de conductas sexuales adictivas tiene el supremo fin de tener contento a nuestro Señor, y atraer su simpatía, premios y bendiciones.

Segundo: la liberación es un regalo de Dios. Dios concede esta liberación a las personas preferidas por El.

Tercero: Si una persona se libera de malas conductas sexuales es para elevar el corazón y hacerlo más apto para amar a Dios y al prójimo. Los malos comportamientos sexuales dejan a la persona arrastrándose por tierra.

Cuarto: Si una persona se propone ser casta, tendrá una personalidad más atractiva. Ser puro no es atrofiarse ni disminuirse. Es encauzar las energías hacia fines inmensamente importantes.

Quinto: Jesucristo anuncia que este esfuerzo no es para permanecer en orgullo vano, ni por un perfeccionamiento vanidoso. El fin es conseguir el Reino de los cielos para nosotros y para muchos más. Por este fin maravilloso vale la pena cualquier sacrificio, por más grande que sea.