La Iglesia ha recomendado siempre la devoción a la Santísima Virgen María para la preservación o restauración de la pureza de corazón. Las letanías del Rosario la invocan como la “Santa Virgen de las vírgenes”… “Madre purísima”… “Madre castísima”, “Madre inmaculada”, “Reina de las vírgenes”. Como modelo de la pureza, ella juega un papel especial para ayudar a sus hijos e hijas espirituales para vivir en la pureza y la castidad. Si toda buena madre de la tierra quiere mantener a sus hijos limpios y saludables, entonces seguramente nuestra Madre del Cielo quiere que nuestras almas permanezcan sin mancha ante Dios nuestro Padre en el Cielo. Quienes se liberan más rápida y fácilmente de la esclavitud de la pornografía y de toda impureza son los devotos a la Madre de Dios y Madre de la humanidad, la Mujer que aplastó la cabeza de la antigua serpiente.
“A ti, oh Virgen María, que nunca fuiste tocada por mancha alguna de pecado original ni personal, encomiendo y confío la limpieza de mi corazón.
Roguemos a MARIA SANTISIMA que nos conduzca hacia su HIJO.
ResponderBorrarSi te consagras a Ella, llegarás más fácil, más rápido y más segura al encuentro con Jesús.
ResponderBorrar